Mi Señor Cautivo de Ayabaca

Mi Señor Cautivo de Ayabaca
Es un Señor muy milagroso. Ten fe

¿buscas justicia? tienes que luchar

¿buscas justicia? tienes que luchar
Los mejores soldados de la justicia son los que luchan

Ejercemos el Derecho con honestidad

Ejercemos el Derecho con honestidad
Luchar por la justicia se pierden muchas amistades

El Perú hoy necesita de Ti

El Perú hoy necesita de Ti
Dile no a los políticos tradicionales, si al cambio mejorando la calidad de vida

jueves, 21 de enero de 2010

El juez y el escarabajo.

Un juez muy sabio, que servía en una provincia de España gobernada por un hombre injusto y ambicioso, fue condenado a prisión en una torre, porque al gobernador le molestaba el que las gentes tuviesen tanto cariño y respeto al juez. Era la torre muy
alta, y el juez fue condenado a vivir solo en ella toda su vida.
Hacía ya mucho tiempo que estaba en su prisión, sin esperanza de salir de ella, cuando una noche se asomó a una ventana y vio que su pobre mujer estaba llorando amargamente al pie de la torre.
El juez la llamó y le dijo:
–No llores, querida, y oye bien lo que voy a decirte. Busca un escarabajo, un poco de mantequilla, una madeja de seda fina, una cuerda gruesa y una soga.
Si me traes pronto esto, podré salvarme.
La mujer se alejó corriendo, y antes de una hora estaba al pie de la torre con lo que su esposo le había encargado.
El juez dijo desde lo alto:
–Pon un poco de mantequilla en la cabeza del escarabajo, átale la madeja de seda al cuerpo, y ponlo en la pared con la cabeza hacia arriba.
La mujer hizo todo esto cuidadosamente. El escarabajo, que es muy aficionado a la mantequilla, sintió el olor hacia arriba, creyó que estaba la mantequilla en la pared, y subió impulsado por apetito.
El juez lo esperaba en la ventana con gran ansiedad, y cuando estuvo cerca de él lo cogió. Después de desdoblar la madeja de seda, dejó caer al pie de la torre una de las puntas, para que la mujer atase a ella el cordel, y cuando cogió el cordel se sirvió el
prisionero de él para subir la soga.
Entonces aseguró un extremo de ésta en el interior de la torre, y se fue deslizando, agarrado a ella, desde la ventana hasta el pie del muro, donde le aguardaba su mujer, llena de alegría y al mismo tiempo de asombro, al pensar que un mísero escarabajo había servido para realizar una obra tan importante.
Facilitador: Abg./Lic. Grimaldo S. Chong Vásquez M. Sc.
Fuente: http: http://www.encuentos.com/cuentos-cortos/el-juez-y-el-escarabajo-literatura-infantil-y-juvenil-cuentos-cortos/